viernes, 25 de enero de 2019

Fuera las zarpas golpistas de Venezuela

Por Acacio Puig


El 23 de enero Juan Guaidó presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, iniciaba un golpe de estado cuyas consecuencias son a día de hoy imprevisibles.
Golpe perpetrado hace mucho tiempo, con intensa artillería mediática -antaño contra Chávez y posteriormente contra Maduro- el pasado 22 de enero la administración norteamericana daba el tiro de salida a través del comunicado de Mike Ponce, vicepresidente de Donald Trump, comunicado profusamente difundido en redes.


El golpe contó desde el primer momento con el incondicional apoyo de todos los lacayos del imperio en el continente latinoamericano: desde la OEA al conocido como Grupo de Lima; y toda la nueva extrema derecha liderada por gentuza como Bolsonaro, el actual presidente de Brasil, acudió puntualmente a la cita de reconocimento de Juan Guaidó como “presidente” de Venezuela desde el mismo 23 de enero.

Al tiempo, corifeos occidentales desde Felipe González al nefasto exsecretario de CCOO, “compañero” Fidalgo, batieron palmas e hicieron coro al atropello de la soberanía nacional del pueblo venezolano. La derechona española y de la UE tampoco ocultan un entusiasmo que gustan llamar “democrático”.


No soy bolivariano, ni forofo de la cúspide venezolana (me basta y sobra con mi linaje de socialista revolucionario e internacionalista) pero me asquea la nueva ofensiva intervencionista en lo que “gringolandia” -el ingenioso término que acuñó Frida Kahlo- considera su “patio trasero”. Una ofensiva más de quienes solo los canallas siguen llamando “la gran democracia americana”.

Hoy viernes, 25 de enero, el ministro español de exteriores Borrell, caracterizaba la situación de Venezuela como “la mayor crisis actual en el mundo”, apelando a unas elecciones inmediatas para normalizar el país y detener las muertes (26 desde el día 23). Al tiempo que glosaba el papel mediador de la UE y las reiteradas condenas de Maduro por el gobierno de Sánchez. Borrell anunciaba sanciones.
El cinismo de la clase política no conoce límites y su jerga borracha encubre tanto como falsifica, lo sabemos de sobra.


Borrell, el incendiario de Catalunya cuando tomaba la palabra en aquellas manifestaciones reaccionarias tras el referéndum del 1-O, gusta de echar leña al fuego (hoy con modulada falsa serenidad) cuando la hoguera la encienden los poderosos del mundo.
¿Como digerir eso de que en Venezuela se encarna la mayor crisis actual? La clase política detecta crisis allí donde no penetran con facilidad las perspectivas de negocio de sus amos, los mismos que les pagan sus servicios mediante puertas giratorias que les dan paso a suculentos ingresos en consejos de administración y millonario pago de estúpidas conferencias.

Cerrar los ojos ante estados criminales con los que hay Business… ¡es la ley!
Medir con otra vara, a quienes oponen determinadas resistencias a “la penetración neocolonial” y entonces lucir palmito farisaico de “demócratas”… ¡también!
Si el golpe en Venezuela desencadena un baño de sangre, siempre habrá un mañana en que encontrarán modos de verter sus lágrimas de cocodrilo.


Muy recientemente el ex presidente Zapatero –nada sospechoso de “chavismo”- declaraba a Radio Pizarra:

“Me sorprende la obsesión que hay por Venezuela; la permanente presión que hay sobre cualquier hecho u opinión que se vierte sobre Venezuela; la información muy sesgada que hay sobre Venezuela, y solamente puedo atribuirlo a que existe un interés gigantesco económico y político de carácter estratégico sobre lo que representa aquel país”.


No preocupa el reciente pucherazo electoral en Honduras, ni la corrupta dictadura militar argelina (allí…negocios “españoles” en gas, petróleo, construcción…ordenan y mandan) China va tan bien como Arabia Saudí etc. etc.…pero ¿Venezuela? Desde luego, para esta gente “la mayor crisis”.

En una situación de brutal regresión xenófoba, antifeminista, híper proteccionista y de militarización creciente, en definitiva desoladora por el permanente atentado a los derechos humanos elementales que arbola el gobierno de los Estados Unidos de America, las “democracias occidentales” se pliegan frente al gran hermano en lugar de adoptar las pertinentes medidas que requieren denuncia y una valiente presión (mediante la retirada de embajadores incluída). En una comunidad internacional infectada de fascismos de nuevo tipo no encuentran nada mejor que cargar contra Venezuela ¿quizá necesitan una guerra en Latinoamérica?

Atropellos del siglo XXI que piden generalizar el rechazo y respuestas sociales continuadas visibles y masivas ¿ tipo chalecos amarillos? Porque sí. ¡hay que pararles los pies!

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