Por Acacio Puig
Así es, en esta España suya… que no es la nuestra.
Alharaca desde el 6 de noviembre respecto a la anunciada nueva exposición Edades del Hombre… iniciativa que recaba todos los apoyos institucionales a la propuesta que con epicentro en Burgos, se extenderá por localidades que configuran el Camino de Santiago.
En definitiva: un nuevo esfuerzo por “dar a Dios lo que es de Dios” que siempre va en detrimento –político y económico- de dar lo necesario a la Memoria de nuestros combatientes por la Libertad, la de aquellos hombres y mujeres liquidados, amedrentados, encarcelados y mal sepultados por los franquistas desde 1936, en tierras que el historiador Luis Castro denominó “La capital de la Cruzada”. Mirando al pasado remoto se obvia mirar al pasado reciente.
Porque en Burgos, se exhuman restos de republicanos apenas a golpe de suscripción popular, por ejemplo en el Monte Estépar, en Valdenoceda, o se aguarda sine die, hasta disponer de fondos necesarios (y sobre todo “consensos”) para dignificar lugares que albergaron Campos de Concentración en Miranda de Ebro o las ruinas que aún resisten en Aranda de Duero. Al mismo tiempo, se demora la dignificación del Campo –hoy monasterio- de San Pedro Cardeña (el gran cementerio de Brigadistas Internacionales) una dignificación zancadilleada por la orden religiosa que regenta a día de hoy ese monasterio.
Como ya es habitual, la clase política opta por operar sobre las líneas de menor resistencia –de supuesta menor resistencia- aquellas en que convergen desde las tres derechas ultras a una socialdemocracia completamente amansada desde hace ya muchas décadas.
Todo lo dicho constituye el más lamentable sustrato de una política educativa que hurta a la juventud escolarizada el conocimiento crítico del andamiaje del presente, al pasar de puntillas por lo esencial de nuestro siglo XX: el desconocimiento planificado de la historia de la Segunda República, de su constitución, de su grandeza y miserias y de las componendas político-militares-gansteriles, que garantizaron el triunfo del golpe militar fascista que la desbancó de esta región a partir del 18 de julio de 1936. Y Ese ocultamiento no es ingenuo, tiene el preciso objetivo de ahondar la despolitización interesada de la juventud en beneficio –precisamente- de quienes la politizan, pero solo inculcando pensamiento conservador cuando no claramente reaccionario.
Así puede entenderse perfectamente la ausencia de clamorosa alarma social cuando las gentes del PP proclaman su inquina frente a la izquierda reiterando aquello de “hay que mirar al futuro y olvidar el pasado y sus viejas heridas”, cuando las gentes de Ciudadanos proclaman que “ni rojos ni azules” o cuando las gentes de Vox lanzan sus diatribas contra lo que llaman “la dictadura progre”… añorando sin ninguna duda la dictadura militar-fascista.
…Mucha tarea pendiente y bien cotidiana en este arduo campo de Castilla la Vieja que incluye despoblación por déficits de infraestructuras, paro y precariedad de los más, hasta la memoria mal enterrada de quienes siguen esperando Verdad, Justicia y Reparación.
Y en cuanto a “viejas heridas” recordemos algunas de las que es responsable la Iglesia Católica como las provocadas durante la conquista de América, denunciadas por el fraile Bartolomé de las Casas, los tormentos y quemas de brujas por la Inquisición, la bendición de la barbarie franquista por el nacional catolicismo armado con la palabra y la pistola y la apropiación indebida de inmuebles y tierras que, en el presente, se “completa” con enormes subvenciones a cargo de nuestros impuestos al estado y la propia exención impositiva de que gozan esos beneficiarios de la saga interminable bautizada como Edades del Hombre.
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