Acacio Puig
Durante este año 2019 el Metro madrileño visualiza en los andenes de la línea 1 (la azul) el centenario del metro.
Imágenes gigantes glosan así la inauguración (mediante la inevitable la fotografía de Alfonso XIII “el primer falangista de España” como gustaba caracterizarse) las obras, los viejos templetes que señalizaban estaciones importantes, templetes ya desaparecidos y sustituidos y las transformaciones de máquinas, uniformes, taquillas y arquitecturas que han tenido lugar durante estos cien años.
El Consorcio de Metro -que integra el consorcio de transportes públicos de la CAM- depende de la gestión política de la Comunidad de Madrid, gobernada por la derecha (PP) y por tanto determinante en la planificación de los contenidos de esta exposición azul en la línea azul.
Hablamos de desmemoria porque la colección de fotografías que ocupan el tramo inaugural en 1919 (Cuatro Caminos-Sol) omite la presencia en el espacio público de los andenes de un capitulo fundamental de la historia contemporánea: el papel del metro madrileño como refugio antiaéreo durante los bombardeos fascistas a Madrid a partir del golpe militar-civil de 1936 hasta la derrota militar de la República en 1939.
Los bombardeos aéreos fueron una trágica novedad durante la Guerra de España porque eran desconocidos salvo por las poblaciones de Marruecos Español que las padecieron durante su larga lucha por la independencia, junto a criminales agresiones mediante armas químicas. Por eso causaron desmoralización en las trincheras de las fuerzas leales a la República, también entre la población civil y resultaron ser decisivas en la victoria militar de los facciosos.
La aviación de la Alemania nazi y la de la Italia fascista, se repartieron esas acciones aéreas mediante aviones cazas Junkers y bombarderos que constituyendo apoyo esencial al ejército golpista y fueron expresión y entrenamiento para la Segunda Guerra Mundial. También ilustración de la internacionalización de un conflicto en el que la nefasta política de “No intervención” condenó a un combate desigual a nuestras gentes durante aquellos años heroicos.
Recomendando el trabajo Madrid bajo las bombas (fin de máster 2015-2016) de José Manuel Moreno-Aurioles Cabezón que se encuentra completo en internet, subrayemos que el uso como refugio del metro en el Madrid en guerra fue constante y dejó profundas secuelas psicológicas en quienes se vieron obligados a esconderse allí durante bombardeos de aviación y artillería que asolaron Madrid durante tres crudos años. (Por cierto que el eco de todo aquello se encuentra también en Madrid Resuena, la excelente novela gráfica que Cava y Navia publican por entregas M21 Magazine).
.A los primeros bombardeos aéreos en agosto de 1936 siguieron los de noviembre, cuando las tropas sublevadas llegaron a la Casa de Campo de
Madrid y los bombardeos pasaron a ser diarios, no sólo de la aviación sino de la artillería. Mediado noviembre se sucedieron también bombardeos a edificios emblemáticos como el Museo del Prado y la Biblioteca Nacional y a partir de enero de 1937 el bombardeo artillero desde la Casa de Campo fue predominando cada vez más sobre el bombardeo aéreo.
La Gran Vía fue nominada entonces como Avenida de las Bombas, la Puerta del Sol convertida en un infierno y el barrio de Arguelles destrozado. Como en Barcelona y otras ciudades importantes en el mapa de la Resistencia, la destrucción buscó aterrorizar y asesinar a población civil, el lamentable sello que iba a caracterizar a “las guerras modernas”.
De modo que en abril de 1937 las autoridades republicanas hicieron públicas estas cifras en Madrid: "Un total de 980 edificios, entre ellos 14 escuelas, 8 iglesias, 4 hospitales y 2 museos, habían sido dañados total o parcialmente. En cuanto a personas, 907 habían muerto en el acto, 2.800 habían resultado heridas y 370 de ellas fallecerían después, mientras que 430 habían desaparecido. En estas cifras no están incluidos los destrozos sufridos en Tetuán de las Victorias y Puente de Vallecas, y tampoco los 214 muertos que ocasionaron en la población civil los bombardeos aéreos que sufrieron estas barriadas. En total, la cifra de fallecidos ascendía a 1.491"
Hay abundantes testimonios de quienes abandonaron España durante La Retirada pero que habían vivido la guerra en Madrid y que a su regreso, renunciaban a usar ese medio de transporte en beneficio por aquel entonces, de autobuses y tranvías. El recuerdo del horror a morir entre escombros, enterrados vivos en aquel refugio de emergencia, no les abandonó hasta su fallecimiento
A 80 años del final de la Guerra de España y de aquél: Madrid ¡qué bien resistes, Mamita mía los bombardeos! cabía esperar que incluso una exposición institucional ciertamente diseñada por la derecha pero presentada en un espacio público como los andenes, se expresara sin omisiones, recuperando la funcionalidad del Metro en la protección de vidas durante la barbarie bélica militar-fascista. Desafortunadamente la censura ejercida por estos “reguladores” de la libertad (así, con minúscula)…No lo ha permitido.
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