domingo, 21 de octubre de 2018

Las brechas abiertas del Régimen del 78 (II)


Por Antea Izquierdo.

Jamás el Régimen del 78 ha estado tan débil; la monarquía, el capitalismo español, la élite de la Iglesia Católica y los partidos del IBEX 35 (PP, PsoE y Cs) ven su dominio en entredicho como no lo estaba desde hacía décadas; de ahí la ofensiva represiva actual y la ampliación de la acusación de terrorismo a todo lo que se menee: raperos, tuiterxs, peleas de bar, personas que ponen urnas y votan, luchadorxs contra el Muro murciano, activistas feministas, etc. Todo es terrorismo, todo es ilegal y todo acarrea penas enormes de cárcel, multas colosales, palizas indiscriminadas o te fuerza al exilio.

Han llenado de policías y guardias civiles las calles de Catalunya, Murcia y cualquier localidad, barrio o sector donde se cuestione su dominio de alguna manera; han secuestrado urnas, quitado la autonomía a Catalunya y encarcelado u obligado a exiliarse a muchos de los dirigentes del proceso, y aun así estos días hemos vuelto a presenciar multitudinarias manifestaciones el 11 de septiembre en Catalunya o en el aniversario del Referéndum. Aunque las relaciones entre los actores políticos catalanes son cambiantes y atraviesan etapas diferentes, la calle, con los CDR en vanguardia, mantienen el pulso al estado español y lanza un aviso a navegantes; o los partidos trabajan por avanzar hacia la República o les pasarán por encima.


El importantísimo incremento electoral en las encuestas de la extrema derecha (Cs) y la futurible irrupción en el Parlamento de los holligans fascistoides de Vox arrojan un espectáculo sombrío en el tablero político español; una izquierda reformista timorata a la sombra del gobierno “progre” del PsoE, un sindicalismo mayoritario paralizado desde hace décadas, una izquierda radical (salvo en las nacionalidades históricas) pequeña y sin perspectivas claras... dibuja un escenario complicado que los próximos años verá dificultades para revertir los derechos laborales y sociales que hemos perdido durante la crisis-estafa. La política de gestos miedosos y de cara a la galería del PsoE (como el tema del Valle de los Caidos) ya no engaña a nadie; el PsoE es parte del problema, nunca de la solución.

La judicatura, las fuerzas del (des)orden y los medios de (in)comunicación de masas mantienen la represión mas cruel contra cualquiera que cuestione mientras tanto el status quo, y los políticos del IBEX llenarán páginas de declaraciones en defensa de las leyes ( de las que les interesan, no de las que nos garantizan derechos) y contribuirán a apuntalar las desigualdades y las injusticias mas extremas.

El 8M demostró la consolidación de un movimiento feminista que paró cientos de ciudades y organizó a millones de mujeres; el cuestionamiento de los sistemas capitalista y patriarcal nunca ha sido tan masivo como ahora. La lucha por unas pensiones dignas ha sacado a la calle también a cientos de miles en todo el estado, mostrando el hartazgo de la población con un PP prepotente y lleno de ladrones que despilfarraron (mientras gobernaron en Madrid y aún ahora en sus CCAA) los recursos públicos mientras se enriquecen a nuestra costa y un PsoE que, bajo presión, será capaz de mínimos cambios cosméticos pero nunca de transformaciones de raíz que dignifiquen los ingresos de nuestras y nuestros mayores. Y Catalunya, como decía, mantiene un proceso de movilización, autoorganización y radicalización que ha supuesto un antes y un después en la relación con el resto del estado español y que no ha cedido terreno ante la represión.

Un Estado que solo encuentra salida en la represión mas encarnizada deja patente su debilidad mas aguda; si la izquierda mayoritaria se sumara de manera decidida a la lucha que mantenemos en soporte de estas y otras luchas la izquierda radical y el sindicalismo combativo, sin transacciones ni contemporizaciones con el poder, podría suponer la ruptura mediante la lucha con ese Régimen surgido de los rescoldos del franquismo. Lejos de eso, me temo que la apertura del nuevo ciclo electoral no hará mas que forzar a la izquierda reformista a no salirse demasiado de los estrechos márgenes discursivos y los lugares comunes para evitar quedar descolgados y que los motejen de “radicales” o “antisistema”. Lejos quedaron esos tiempos en los que la izquierda comunista defendía en primera linea derechos sociales y políticos de primer orden y no tenía problema alguno en dejar claro que su intención no era la de apuntalar el sistema, sino el de destruirlo para levantar sobre los cimientos un orden social mas justo y libre. Las labores que tendremos por delante serán las de reconstruir lenta y pacientemente una izquierda con nuevas claves para la transformación social, que cuestione el sistema capitalista y el estado desde herramientas que, si bien sean actualizadas y adaptadas al contexto, no pierdan de vista la herencia política de casi 200 años de organización de nuestra clase social y toda la historia que lleva aparejada, con sus errores y sus aciertos.

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