EL SIONISMO CRIMINALIZA LAS CRÍTICAS A ISRAEL.

Este artículo -fechado el 06 de 2015- mantiene plena actualidad argumental en momentos en que el estado israelí parece decidido a “rentabilizar” el incidente generado por el supuesto ataque de un dron iraní. Es esa actualidad argumental la que nos lleva a publicarlo en febrero de 2018.

http://www.redressonline.com/2015/06/a-zionist-project-to-criminalise-criticism-of-israel/



Desde la década de 1920 hasta la de 1990, los sionistas controlaban en Occidente el relato histórico del conflicto entre Israel y Palestina. Esto significaba que su versión de la historia era la única versión que mediatizaba a la mayoría de la gente en Occidente. Consecuentemente, controlaban un amplio campo mediático sin oposición y podían etiquetar a los palestinos y sus partidarios como "terroristas" - la acusación de antisemitismo no estaba todavía ampliamente utilizada. Además, como consecuencia de ese monopolio, los sionistas no se molestaban en participar en el debate público.

Luego, durante los últimos 20 años, los sionistas perdieron lentamente su monopolio. En parte, esto se debió al hecho de que en 1993 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) reconoció el derecho de Israel a existir y renunció al terrorismo y en los años siguientes muchos de los estados árabes ofrecieron la paz. Sin embargo los israelíes no respondieron del mismo modo. En particular, no respondieron de modo positivo a las propuestas de paz patrocinadas por Estados Unidos.

¿Porque? La respuesta a por qué los israelíes rechazan múltiples oportunidades históricas para hacer la paz con los palestinos reside en la naturaleza misma del movimiento sionista. Desde sus inicios y ciertamente desde el establecimiento del Estado de Israel, el sionismo ha sido forjado por sueños de expansión colonial y exclusividad religiosa. Ambos objetivos se consideraban parte de la misión dada por Dios al pueblo de Israel y aún prevalecen. El profesor David Schulman, de la Universidad Hebrea, que escribió en el New York Review of Books (23 de abril de 2015), describe las consecuencias de esta situación: "El electorado israelí sigue dominado por el híper-nacionalismo, en algunos casos proto-fascista. No es ese un camino propenso a hacer la paz. Se ha dado un mandato claro a las políticas que profundizará aún más la aventura colonial de Israel”. En consecuencia, se ha erosionado la credibilidad de Israel ante un número creciente de personas en occidente.

Esta erosión motivó que en un tiempo relativamente corto -durante la década del 2000- los sionistas intentaron contrarrestar la situación mediante la participación de sus intelectuales y “militantes” en el debate público. Sin embargo en la mayoría de las ocasiones fracasaron. El comportamiento bárbaro de Israel, combinado con el hecho de que su versión histórica de los acontecimientos ha demostrado ser incomestible, le condenó a una posición defensiva y cada vez más débil. Esto resultó intolerable para los sionistas, por lo que abandonaron el campo de debate. Y cuando lo hicieron, comenzaron a acentuar las acusaciones de antisemitismo contra sus críticos, incluso contra aquellos que son judíos.

Estas acusaciones de racismo las han intensificado desde entonces - lo que es realmente irónico-, porque de lo que Israel está siendo criticado es precisamente de comportamiento racista. Esto supuso un importante cambio en las tácticas de Israel abriendo el camino a uso perverso de las leyes occidentales (las leyes antisemitas) en beneficio de Israel. Al igual que la acusación de terrorismo a menudo ha sido arteramente utilizada (por ejemplo, estigmatizando también con ella a gentes no-violentas miembros de organizaciones benéficas palestinas).


Gran parte de la crítica contra Israel procede hoy de las campañas dirigidas a promover el Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) al estado sionista. Así que el movimiento BDS ha sido denunciado por Gilad Erdan, recién nombrado ministro de la seguridad pública, de los asuntos estratégicos y de la diplomacia pública de Israel, que ha descrito al BDS como uno de los "problemas más urgentes" a que hace frente Israel. El presidente de Israel Reuven Rivlin, ha descrito el boicot académico como una "amenaza estratégica de primer orden".

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha declarado que existe una "campaña internacional para encharcar el nombre de Israel", y alega que esa campaña no está motivada por las políticas de Israel hacia los palestinos sino que busca "deslegitimar a Israel... y negar nuestro derecho a vivir aquí". En otras palabras, afirma que la crítica a Israel es realmente un ataque a su existencia y no a su comportamiento político. Para Netanyahu, esto es una forma de antisemitismo.
Hanan Ashrawi, miembro del comité ejecutivo de la OLP, describe el argumento de Netanyahu, "Si me criticas eres antisemita... Si aceptas cualquier tipo de medida punitiva o sanciones contra Israel, quieres destruir a Israel.".

La identificación del BDS con la voluntad de eliminar a Israel, permite a los sionistas usar su influencia ante los legisladores occidentales para que la cooperación universitaria, comercial, cultural… con el BDS esté sujeta a sanciones. En los Estados Unidos, el Comité Estadounidense-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), el más poderoso de los lobbies sionistas, está trabajando en una legislación similar a la utilizada contra Irán y también contra el boicot árabe a Israel en la década de 1970. Esta legislación penalizaría las empresas, tanto en su país como en el extranjero, si responden favorablemente a las peticiones de boicot.

Si esto no basta, podemos temer que los sionistas vayan más allá y traten de recortar los derechos a la libertad de expresión de la constitución de Estados Unidos para perseguir a las personas y a las empresas. Los mismos objetivos ya están en marcha en Canadá y Francia.
Por último, existe la presunción de que el dinero puede destruir a los críticos de Israel. Esta es la convicción de Sheldon Adelson, el magnate de casinos multimillonario y que respalda con entusiasmo a Netanyahu. Adelson ya ha apuntado contra la crítica a Israel en los campus universitarios de Estados Unidos.

En la primera semana de junio de 2015, él y sus partidarios convocaron a un "Campus Cumbre Macabeos", cuyo objetivo era "desarrollar el marco conceptual para el plan de acción contra el BDS [en los campus universitarios], asignar funciones y responsabilidades a favor organizaciones pro Israel y crear el sistema de dirección, control y financiación para ponerlo en práctica. Cincuenta organizaciones sionistas-activistas asistieron a la Cumbre, al igual que 20 donantes cada uno de los cuales se comprometió a entregar un millón de dólares a la campaña durante los dos años próximos.
Conclusión El primer ministro Netanyahu es incapaz de reconocer, (mucho menos asumir la responsabilidad) del comportamiento racista de Israel.

La ideología que impulsa el racismo israelí y la expansión colonial [el sionismo] debe ser destruida de la misma manera que el apartheid fue derribado en Sudáfrica. Lo cierto es que la mayoría de los críticos occidentales, entre los partidarios del BDS, no están tratando de expulsar a los Judíos de Israel. Simplemente están tratando de llevar a cabo la máxima presión sobre el gobierno israelí para detener los atropellos a los derechos de los no judíos, para detener la expansión territorial que viola el derecho internacional y para que Israel empiece a actuar como el Estado democrático que dice ser. No creo que ninguno de estos objetivos sea posible a menos que el sionismo sea expulsado de lo que hoy es Israel. Es decir, la ideología que impulsa el racismo israelí y la expansión colonial debe ser destruida, de la misma manera que el apartheid fue derribado en Sudáfrica.

Sin duda, muchos israelíes y sus partidarios creen que el objetivo de extirpar el sionismo supone promover otro holocausto. Esto no es cierto, pero asusta lo suficiente como para etiquetar el esfuerzo por traer una democracia real a Israel “como antisemita” y para tratar de conseguir que el BDS se declare ilegal en el Oeste.