1. En Catalunya la lucha por el derecho a decidir está ya en las calles y las carreteras. Regresa pues a la palestra de la política, la reivindicación de la temprana defensa comunista leninista del derecho de las naciones sin estado a la autodeterminación, incluida la libre separación.
2. Los medios de comunicación han declarado la guerra informativo-mediática al derecho a decidir en Catalunya. Televisiones y radios, además de prensa escrita y digital, empresas de comunicación públicas como privadas, defienden sin reservas la política represiva diseñada por el llamado bloque constitucionalista. Se seleccionan cuidadosamente tertulianos que glosan y aprueban –más que menos- las brutales decisiones de Tribunal Constitucional imponiendo penas al ejercicio de un derecho –poner las urnas, consultar a la ciudadanía- que debiera respetarse en cualquier país democrático. No se discuten las posiciones del bloque constitucionalista, pero sí se atacan sin medida las del movimiento republicano catalán. Ahora ya especulan también sobre la mano negra que impulsa el denominado ‘tsunami democrático’. Toda una labor de intoxicación.
3. La brecha social entre las sensibilidades existentes en Catalunya y en el resto de comunidades autónomas (con la excepción de Euzkadi) expresa el intenso lavado de cerebro y despolitización de una población española educada desde la dictadura (y antes) en el dogma cuasi religioso de la Unidad de España (UNA-GRANDE-LIBRE). El españolismo, el nacionalismo gran español, ha penetrado como un cáncer en el cuerpo mental de la población española y será difícil el curarlo. Constituye una malévola seña de identidad que proporciona un punto de apoyo a una población golpeada por la crisis y la permanente recesión de derechos y libertades.
4. Las orientaciones sobre la necesidad de tender puentes hacia el conjunto de la clase trabajadora española mediante la incidencia en los problemas que generan, a tod@s, la depredación de derechos propia de las políticas capitalistas del nuevo siglo, así como la conveniencia de vincular “república catalana- tercera República-fin del Régimen del 78”, van en la buena dirección, y entendemos se están dando (al nivel que razonablemente puede pedirse) en los combates de un significativo sector de la izquierda independentista catalana alternativa. Sin embargo, la disposición a cuestionar el régimen del 78 en el resto de Estado Español (de nuevo con la excepción de Euzkadi) es muy limitada, minoritaria, casi testimonial. Se puede hacer “más pedagogía”, pero sin olvidar que no hay más ciego que el que no quiere ver. Catalunya no puede ni debe detenerse esperando que aumente la conciencia del resto de las clases trabajadoras del país: nunca ocurrió eso en la historia y sabemos que incluso las derrotas abren vías a las futuras victorias sociales.
5. Desde el Colectivo Anticapitalista apoyamos las movilizaciones en Catalunya tal y como se están produciendo, porque implican objetivamente el rechazo simultáneo al centralismo gran español, a la monarquía impuesta por la dictadura franquista y la transición, a las políticas capitalistas que imponen a las clases trabajadoras la regresión de derechos de todo tipo y a la deriva autoritaria del Estado.
Defendemos intransigentemente el derecho a decidir de las Naciones sin Estado. Y llamamos tanto a la solidaridad como a considerar el atropello político perpetrado por las fuerzas constitucionalistas y los tribunales a su servicio como un dato decisivo a la hora de abordar las elecciones del 10 N, y cotidianamente al abordar las reivindicaciones sociales pendientes (tanto climáticas, como feministas y de clase) eligiendo cuidadosamente qué organizaciones sociales y partidarias merecen nuestro apoyo, esfuerzo y compromiso.
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